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  • Foto del escritorFederica Matelli

Etnografía objetual y arqueología de lo inmediato




Las palabras son objetos

A veces me asombra la sencillez de las palabras. Conceptos complejos, a veces históricos, otras veces filosóficos, que buscamos comprender con sofisticadas construcciones teóricas, casi siempre tienen su explicación más completa en una simple palabra, en su sonido o en su raíz etimológica. La palabra ‘revolución’, por ejemplo, más allá de sugerir a mi memoria la Revolución de Octubre, observo que viene del latín revolutio, que significa la acción y efecto de dar la vuelta de un lado a otro a algo, a una cosa cualquiera. O la palabra ‘inmediato’, que viene del latín immediatus, algo muy cercano en el espacio y en el tiempo. Efectivamente, aquí podría acabar este texto sobre la obra de Enric Maurí… pero le vamos a dar la vuelta, como él hace, porque la revolución de lo inmediato va com va.


La casa-taller

Los trabajos en exposición en el Museo Archivo Tomás Balvey de Cardedeu han sido realizados por Maurí durante el tiempo del confinamiento por la pandemia de la Covid-19 en su casa-jardín-taller, en medio de la paz del campo del Vallès Oriental, como anuncia en la entrada de la sala la obra Tango 1, realizada en colaboración con Nathalie Rey. Algunos de ellos, como la serie de fotografías, dejan ver partes del lugar de trabajo, es decir, dejan vislumbrar lo que uno podría encontrar, o mejor dicho lo que él mismo ha encontrado, en su estudio, y así revelan su realidad cotidiana como artista y como hombre. Precisamente en estas obras se percibe el mismo interés en el lugar de su casa-taller, ya sea como arte o como realidad vital: el lugar de trabajo es el trabajo mismo, de manera que nos deja entender que el arte para él está en el mismo nivel que la realidad ordinaria. De alguna forma esto explicita una experiencia común en tiempos de confinamiento cuando muchos de nosotros hemos visto colapsar en el único espacio doméstico los distintos ámbitos de la vida privada, social y laboral.


Orígenes

En el título de la muestra es evidente el homenaje al cantautor valenciano Ovidi Montllor, quien escribió en 1968 un himno de la nova cançó, cuando aún estaban Franco y la censura, cuando aún había el régimen fascista. El carácter reivindicativo de la canción del cantautor, que invita a la conciencia de clase, se acerca al carácter de la exposición del artista, en la cual las piezas parecen sentenciar algo parecido y se muestran como una reconciliación con su lugar de origen y con la materialidad que lo compone, hecha de naturaleza y de objetos encontrados: a cada uno le toca el lugar que le toca.


Sereno fatalismo

«Va com va la vida», dice la canción; es mejor dejar fluir el proceso sin oponer resistencias. «Así van las cosas» es un lugar común: los eventos marcan el paso del tiempo y de la vida, cada uno viene de donde viene y esta cadena causal es un automatismo sobre el que poco está en nuestras manos. Las instalaciones de Enric recuerdan mucho los lugares comunes de nuestro lenguaje: verdades vulgares, pero ciertas, acerca de cómo van las cosas. Esta interpretación acerca sus obras a una visión empirista propensa a explicar el mundo y la vida como un mecanismo animado por leyes ocultas. En este caso, las leyes del equilibrio y del azar, que no son metáforas de nada más que de sí mismas.


Etnografía objetual y arqueología de lo inmediato

Sus obras son escenarios precarios realizados con objetos encontrados en el entorno rural, residuos de humanidad. La práctica de trabajo de Maurí puede ser descrita como una especie de «etnografía objetual», una excursión en su ambiente habitual en busca de presencias ajenas, rastros de lo humano, restos de la vida, escombros de civilización. Al mismo tiempo, es una «arqueología de lo inmediato», en la cual la materia y los objetos generan imágenes. Sus trabajos recuerdan las trasformaciones metafóricas que los niños operan sobre los objetos durante el juego, su valor transgresor, y demuestran el poder de lo lúdico y de la imaginación, incluso cuando es ejercitado sobre los más improbables materiales. Escenifica el concepto de juego por medio del equilibrio entre elementos banales. Casi diría que, igual que estos objetos instalados y en equilibrio precario entre ellos, la vida misma es precaria, es contingente, propensa al cambio y a continuas revoluciones.





Conciencia del entorno

Pero que en su trabajo no haya intencionalidad o determinismo, plan o cálculo, no significa que no haya conciencia. La conciencia es una forma de empatía con las cosas y con el ambiente que quizás muchos de nosotros hemos perdido, pero que permite una conexión distinta con el entorno. Esto es lo que hace de estas piezas objetos filosóficos e irónicos que generan en nuestra mente ideas sobre el campo y sobre su microcosmos, como en Sota les pedres, que se compone de impresiones del tiempo obtenidas al dejar unos papeles debajo de una higuera, revelando un número de eventos relacionados entre ellos en una imprevisible cadena causal, sin ningún objetivo aparente; de otra manera, ocultos.


Tradición materialista

Estas piezas son manifiestos de la libertad de revolucionar lo cotidiano y dejar desencadenar por motu proprio la deriva, y así se proponen dar la vuelta a la función del objeto encontrado, revolucionarlo, desencadenar el proceso (creativo) y dejarlo ir, hasta donde llegue. Invitan a abandonar el pensamiento deductivo, cercano a lo teórico, en favor de una práctica-pensamiento inductivo en la que es la materia la que produce la idea, y no al revés.


Poética versus estética

Por todos estos motivos, el obrar artístico de Maurí puede ser asimilado al régimen poético-especulativo del arte contemporáneo, que está formado por prácticas artísticas que se centran en el «hacer» —en la praxis— y que resignifican no solo el valor lingüístico o comunicativo de los objetos que conforman la obra de arte, sino la misma poética o práctica artística, con intervenciones que pretenden alterar y modificar o evidenciar la propia identidad de las cosas. El régimen poético-especulativo afirma que un enunciado artístico no es solo un mensaje abstracto, sino que es también un hecho lingüístico, un hecho artístico y un hecho real. En este marco, la interacción del artista con los objetos es bilateral, en el sentido de que el artista se abstiene de dominar el objeto o modificarlo para adaptarlo a sus intenciones, mientras deja que la obra brote de su materialidad reduciendo la acción artística a los actos mínimos de seleccionar y predisponer.


Ontología objetual

Por otro lado, su operar recuerda dos conceptos clave de la filosofía de Jean-Luc Nancy que también nos son útiles para entender la poética especulativa de Maurí: el primero se refiere al hecho de que el sujeto humano habita en un mundo poblado por muchos otros sujetos no-humanos: «ser-con en el mundo». Esto es particularmente evidente en la serie de fotografías donde, en medio de territorios castigados por el ser humano, la naturaleza establece un diálogo con los objetos abandonados por él. El segundo sería el concepto de «representación», que debe entenderse en un sentido no repetitivo, sino más bien intensivo, es decir, en el sentido de «presentar de nuevo»: de la presentación a la «representación», una presencia que es presentada. En las obras que vemos en la exposición, los objetos que las componen son presentados de nuevo y de forma distinta a su entorno originario, con un nuevo marco. El acto de representar (presentar de nuevo) apela a la fuerza dentro del presente: pensar y narrar con las cosas encontradas en el presente: conceptuales, materiales, temporales, etc. En esto consiste también el valor poético de las obras expuestas: percibir y pensar por medio de las cosas, «representar» e influenciar, ocuparse de ellas y actuar.


Lo cotidiano, lo banal y lo político

Enric Maurí lleva años hablando sobre lo cotidiano, lo banal, lo real, lo político y el equilibrio de las cosas que conforman el mundo y la vida, con obras que se basan en la experiencia del día a día, en la observación de los ambientes ordinarios habitados diariamente (como su propio estudio), y sobre una visión sosegada y desenfadada del arte y de la vida. El todo acompañado siempre por un hacer sereno, por sutil ironía y por un cierto hermetismo con respecto a las verdaderas intenciones que motivan los trabajos. Parece no ser muy partidario de dar demasiadas pistas sobre el significado de sus piezas, principalmente porque quiere —supongo— que su arte sea una invitación a la especulación, que el espectador se introduzca en ella y llegue hasta donde quiera. Sus trabajos son ajenos a la densidad teórica y conceptual que caracteriza mucho del arte del momento y su acercamiento a la creación es totalmente empírico, como es propio de quien está convencido de que el arte no tiene que empezar en la teoría, sino que tiene que empezar en él mismo.




**Texto para el catálogo de la exposición Enric Maurí Vila. Va com va. La poètica d'allò immediat com un fet revolucionari. Comisariada por Amanda Cuesta para el Museu Arxiu Tomàs Balvey de Cardedeu, del 18 de diciembre del 2020 al 11 de abril del 2021, Cardedeu-Granollers, Barcelona.

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